BAÑOS DE BOSQUE

Buenos días querid@ lector/a; hoy quiero hablarte de los beneficios de los baños de bosque...

 El bosque es un medicamento sin efectos secundarios. Cura del mejor de los modos posibles, devolviéndonos la naturalidad.


Gran parte de su virtud sanadora radica para empezar, en que nos aparta de hábitats y hábitos nocivos. Los ambientes artificiales crean una gran parte de nuestras enfermedades y el retorno a la naturaleza puede ser suficiente para restaurar la salud física, mental y espiritual. Podríamos hablar así de una salud integral que el bosque regenera.


¿Hacemos una cura de bosque? Pautas para el  shinrin-yoku  (Medicina al aire libre)

Esta "medicina" empezó a ser promovida en la década de los 80 por organismos oficiales como la Agencia Forestal de Japón, tras constatar científicamente los efectos benéficos de estas inmersiones. Se comprobó que dos horas de caminata consciente pueden bastar para rebajar los niveles de estrés y que los efectos se prologan durante muchos días después de cada "baño".


Por otra parte se han descubierto otros mecanismos benéficos que van mucho más allá de los efectos saludables que tiene una simple caminata. Al parecer en la atmósfera del bosque se activan de manera automática las áreas cerebrales relacionadas con el placer y la emoción.


Quedan aparcadas las metas y las inquietudes y empezamos a disfrutar del momento. Casi sin darnos cuenta entramos a formar parte de esta singular simbiosis que se produce a cada paso y con cada respiración. Volvemos a ser animales que absorbemos el aire limpio y vital que exhalan los árboles, mientras ellos a su vez recogen nuestro aliento, para ellos nutritivo.


El simple hecho de frecuentar el bosque tiene además beneficios sobre el sistema inmunitario, el nivel del azúcar en sangre, la ansiedad o la hipertensión… Las evidencias halladas han llevado a la reciente creación de una Sociedad Internacional de Medicina Forestal que identifica una gran diversidad de sustancias, las llamadas fitoncidas (compuestos volátiles que emiten los árboles), como responsables de algunos de estos efectos salutíferos.


Pero al margen de consideraciones médicas, constatamos de forma empírica que las arboledas proporcionan un placer elevado, íntimo y sereno, una felicidad perdurable y restauradora que nos reconcilia con nosotr@s mism@s.


¿Cómo se toma un baño de bosque? 


Diferentes estudios concuerdan en que esta terapia resulta mucho más efectiva en los viejos bosques. Tremenda paradoja, pues casi hemos terminado con ellos y apenas dejamos a los árboles crecer una ínfima parte de su tiempo.


Es preocupante el impacto que pueden tener visitas masivas a estos últimos reductos, si se convierte en moda la práctica del shinrin-yoku, como está ocurriendo en Oriente. Hay que ser cautos para no establecer un nuevo consumo compulsivo que puede ser devastador para estos frágiles ecosistemas.


La alternativa sería integrar en las ciudades los parques dejando su tiempo y espacio a los grandes árboles. Todo un reto para una civilización que ha olvidado cómo convivir con estos ellos sin dañarlos constantemente.


Quizá aprendamos por fin que, como cuenta la leyenda de Iroko, todo está relacionado: nuestra salud y la de los bosques, la tierra y el cielo. Así lo enseña un antiguo proverbio hindú que asegura que, si uno se sienta el tiempo suficiente bajo un árbol, alcanzará la iluminación. No aspiramos a tanto, pero sí nos gustaría que sea el bosque el que nos deje su profunda e indeleble huella.


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Estitxu Castro 

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