EL HOMBRE MÁS ESTÚPIDO DEL MUNDO

Buenos días querid@ lector/a; el cuento de hoy se titula: "El hombre más estúpido del mundo".

Érase una vez dos hermanos. Uno de ellos tenía siempre la suerte contraria al otro. El que no tenía ninguna, muy miserable, fue un día a hacerle una visita al otro que residía en un palacio. En la puerta, vi un gnomo azul. Le preguntó:

- ¿Quién eres?

- Soy la suerte de tu hermano -respondió el pequeño ser.

- ¿Quieres entrar a mi servicio? -imploró el desventurado.

- Eso es imposible -replicó el gnomo azul -. Pues soy la suerte de tu hermano y en ningún caso puedo ser la tuya.

- ¿Y dónde se encuentra la mía? -preguntó el joven.

- Es un pequeño gnomo verde que vive en la cima de esa montaña. ¡Ve a buscarle! Duerme. Puedes despertarle, si quieres.

- ¡Me voy para allí corriendo! -replicó el desventurado, muy excitado ante la idea de tener por fin suerte.

Entonces empezó a trepar por la montaña, pero, al doblar una enorme roca, se topó de manos a boca con un león amenazante. El desventurado le dijo al animal con voz suplicante:

- ¡Pequeño león, no me hagas daño ahora! Pues voy a despertar a mi suerte. Hazme la pregunta que quieras, que ella te responderá, pues está llena de sabiduría.

-  Bien, te dejo pasar -replicó el león-. De todas formas, estás obligado a volver por aquí. Mi pregunta es la siguiente. Pregúntale a tu suerte por qué tengo hambre todo el tiempo y cuándo será ésta saciada.

Nuestro buen hombre reanudó su camino y encontró en la cima de la montaña a su gnomo verde dormido. Tras despertarle, le dijo:

- ¡Espera! Antes de que me digas nada, es preciso que vuelva a hablar con el león. ¡Respóndeme! ¿Cuándo dejará de tener hambre?

- Dejará de tener hambre cuando se coma el cerebro del hombre más estúpido del mundo -respondió el gnomo.

El joven, dejando allí su suerte, volvió a bajar para ver al felino.

- ¡Ya tengo la respuesta! -exclamó-. Cuando te comas el cerebro del hombre más estúpido del mundo, entonces te sentirás, por fin, saciado.

 -¡Muy bien! ¡Voy a devorarte, ya que ése no es otro que tú! -dijo el león arrojándose sobre él y zampándoselo de dos bocados.

Nos encontramos, en esta historia, frente a un joven celoso de su hermano: envidia su suerte. Pero como dice el gnomo azul, a cada uno la suya.

En su caso, su suerte no le ha sido de ninguna utilidad. Era demasiado estúpido para sacar ningún provecho de ella. Un ser estúpido no debería tratar de tener aquello de lo que otro disfruta. Es mejor que se adapte a lo que él mismo posee. Si se compara, puede ser destruido, mientras que si acepta su suerte, puede que le salgan bien las cosas.

Si alguien recibe un premio y yo no, no me molesto por ello. ¡Cada uno su suerte! Si alguien tiene éxito y yo no, pues lo mismo.

Recibe un abrazo desde el corazón y acuérdate de compartir.

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