¡MILAGRO!

 Buenos días querid@ lector/a; hoy quiero hablarte del milagro que yo misma obré, conmigo misma, valga la redundancia, cuando los médicos me hicieron un diagnóstico-pronóstico totalmente negativo. 

Para ponerte en situación, voy a contarte mi historia desde el momento en que mi vida dio un giro de 180 grados. 

Hace 8 años, cuando contaba 40 primaveras, en unas vacaciones de navidad, cogí un gripazo muy fuerte; a consecuencia de estar tosiendo continuamente, mi espalda se vio resentida de tal manera, que me quedé inmovilizada en la cama durante varias semanas, hasta que pude paliar lo suficiente los dolores para poder acudir al médico. 

He de decirte por adelantado, que yo sufrí de dolor de espalda durante toda mi vida, con el consiguiente periplo por los médicos para que dieran con la causa de mis dolencias. 

No fue hasta que cumplí los 40 años, cuando por fin se le ocurrió a una doctora decir que si no me hacían una resonancia, no podían ver en una radiografía la gravedad de la lesión que pudiera haber (de hecho según me dijo esta doctora, es la única herramienta mediante la cual pueden ver si se trata de una hernia discal); hasta entonces, puedo decirte que, cada año, me realizaban alrededor de 2 o 3 radiografías de la espalda por mis continúas quejas; multiplica esto por cada año que tuvo que pasar hasta que me hicieron la resonancia: vamos a poner 2 x  34 años, son un total de 78 radiografías que se me habían hecho hasta hacerme la resonancia. 

Para sorpresa de los médicos, en la resonancia se pudo ver que tenía 2 hernias discales y que eran lesiones antiguas, tan antiguas como los 34 años que llevaba yo quejándome. 

El resultado fue, que al final, pasé 2 veces por quirófano, me pusieron hierros, tornillos y barras de sujeción en la espalda, además un disco artificial. 

El diagnóstico-pronóstico que me hizo el médico fue el siguiente: después de unos 3 meses después de la operación, me dijo que esa era toda la mejora que iba a experimentar y que ya no iba a mejorar más sino todo lo contrario, seguiría empeorando hasta terminar en una silla de ruedas. 

Si llego a creer lo que el médico me dijo, hoy en día probablemente ya estaría en silla de ruedas, sin embargo, elegí no creerle y escuchar a mi cuerpo y a mi corazón, que me decían todo lo contrario. 

Y hoy, 8 años más tarde, después de mucho esfuerzo, sufrimiento y disciplina, puedo decirte que estoy mejor que nunca; llevo años sin sufrir dolores, al cabo de un mes después de la segunda operación dejé de tomar toda la medicación (unas 10 pastillas diarias, que me recetaron de por vida, cronificando así mi situación)....

Este milagro fue el que yo obré; seguí luchando porque algo en mí me decía que debía luchar, que lo iba a conseguir. 

Los avances al principio eran escasos,  para los demás imperceptibles, sin embargo aunque sólo se tratase de dar un paso más que el día anterior, para mí era un gran avance y un gran éxito; todo ello me motivaba para seguir esforzándome y cada día llegar un poco más allá. 

Hoy en día, gracias a mí tesón y he de decir también, gracias a la ayuda de la acupuntura con la que estuve tratándome durante 5 años, estoy mejor que nunca; la espalda no me duele y además puedo andar largas distancias sin resentirme por ello. 

Con esto quiero decirte querid@ lector/a, que si yo he podido, tú también puedes; puedes conseguir lo que te propongas; los límites están en tu mente.

¡Escucha a tu corazon!, él nunca miente.

Recibe un abrazo desde el corazón y acuérdate de compartir. 

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