UN CUENTO PARA EL ALMA

Buenos días, querido lector; hoy quiero regalarte el siguiente cuento con una excelente moraleja...

CUANDO EL VIENTO SOPLA

Hace algunos años, un hacendado poseía tierras a lo largo del litoral del Atlántico Sur. Constantemente anunciaba estar precisando empleados. La mayoría de las personas estaban poco dispuestas a trabajar en campos a lo largo del Atlántico. Temías sus horribles tempestades que barrían la región, haciendo estragos en las construcciones y las plantaciones.

Buscando nuevos empleados, recibió muchos rechazos. Finalmente, un hombre bajo y delgado, de edad media, se aproximó al hacendado.

- ¿Usted es un buen labrador? le preguntó el hacendado.

- Bueno, yo puedo dormir cuando el viento sopla - le respondió el pequeño hombre.

Bastante confuso con la respuesta, el hacendado desesperado por su situación, decidió darle el empleo. Este pequeño hombre trabajó bien en todo el campo, manteniéndose ocupado desde el amanecer hasta el anochecer y el hacendado estaba satisfecho con su trabajo.

Pero entonces, una noche, el viento sopló ruidosamente.

El hacendado saltó de la cama, agarró la lámpara y corrió hasta el alojamiento del empleado.

Sacudió al pequeño hombre y le gritó:

¡Levántate!, ¡Una tempestad está llegando!. ¡Amarra las cosas antes de que sean arrastradas!

El hombre pequeño se dio la vuelta y le dijo firmemente al hacendado:

- No señor. Yo ya se lo dije: "Yo puedo dormir cuando el viento sopla".

Enfurecido por la respuesta, el hacendado estuvo tentado de despedirlo inmediatamente, sin embargo, se apresuró a salir y preparar el terreno para la tempestad, del empleado ya se ocuaparía más tarde.

Para su asombro, encontró que todas las parvas de heno habían sido cubiertas con lonas firmemente atadas al suelo. Las vacas estaban bien protegidas en el granero, los pollos en el gallinero y todas las puertas bien cerradas y trabadas. Las ventanas también estaban cerradas y aseguradas. Todo estaba amarrado. Nada podría ser arrastrado.

El hacendado entonces entendió lo que su empleado le había querido decir y retornó a su cama para también dormir cuando el viento soplaba.

*Cuando se está preparado espiritualmente, mentalmente y físicamente, no hay nada que temer.

¿Tu puedes dormir cuando los vientos soplan en tu vida?

Autor desconocido.

Sacado de la red.

Recibe un abrazo desde el corazón y acuérdate de compartir.

💛💛💛💛

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