👩‍👧‍👦¿Y SI NO SOY BUENA MADRE?

Buenos días, querido lector; el artículo de hoy, va dirigido a todas aquellas madres que seguro alguna vez se han hecho esta pregunta...

 No es una pregunta cualquiera. Es una de esas que duelen. Una de esas que muchas veces no se dicen en voz alta porque el solo hecho de pensarlas ya trae culpa. Pero ahí está. Se mete en la cabeza en los días difíciles, en esos momentos en los que el amor sigue intacto, pero la calma no.

La maternidad no es como la pintan. No es ese comercial donde todo es risas y abrazos bajo la luz perfecta. A veces, es estar agotada y responder con un tono que después duele. Es verlos dormidos y preguntarnos si hoy se sintieron lo suficientemente amados. Es saber que darías la vida por ellos, pero, aun así, parece que te equivocas, te equivocas y te sigues equivocando.

Y entonces llega la duda: ¿lo estoy haciendo bien?

Nadie nos dijo que además de ser madres, seguiríamos siendo humanas. Que la paciencia tiene un límite. Que hay días en los que no nos alcanza ni para nosotras mismas. Que por más libros, terapia y buenas intenciones, no siempre íbamos a saber qué hacer.

No se trata de ser "buena" o "mala". No funciona así. Se trata de entender que la crianza no es una lista de aciertos y errores que al final se suman para dar un resultado. No somos cuentas bancarias con saldo positivo o negativo. Somos madres. Y eso significa que vamos a equivocarnos, que vamos a cansarnos, que vamos a tener días en los que querremos rendirnos… y días en los que volveremos a intentarlo.

Pero hay algo que rara vez nos dicen: la forma en la que criamos no solo moldea a nuestros hijos, también nos moldea a nosotras. Nos enfrenta a la madre que somos y a la niña que fuimos. Nos hace repetir historias sin querer o romperlas con esfuerzo.

Por eso, cuando hablo de crianza, no lo hago para señalar con el dedo ni para sumar más culpa a la que ya cargan muchas. Lo hago porque sé que cada madre merece cuestionar el camino de la crianza violenta para llevar más amabilidad no solo a la relación con sus hijos, sino a su propia vida. Merece opciones más justas, más sanas y, a partir de ahí, construir un camino alejado de los malos tratos que generan más malos tratos.

Porque la crianza sin violencia no es solo una promesa para los hijos. También es una oportunidad para nosotras. Un acto de resistencia contra lo que un día nos dolió. Un recordatorio de que el respeto y la ternura no son cosas que se aprenden de adultas para aplicar en la infancia de otros, sino algo que también podemos darnos a nosotras mismas.

Porque si algo pesa en la maternidad, es repetir lo que un día nos lastimó. Y si algo puede hacer la diferencia, es darnos la oportunidad de hacerlo distinto.

Recibe un abrazo desde el corazón y acuérdate de compartir. 

💛💛💛💛

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